Los barrancos en la isla de Gran Canaria eran seña de identidad, hasta el punto de que se tomaban como referencia para limitar cada municipio, desde el centro de la Isla hasta la costa. En la capital, estos cauces garantizaban que las aguas pluviales, por muy fuertes que fueran, siempre tuvieran como destino el mar. La construcción masiva y el crecimiento poblacional en la parte alta de la ciudad provocaron que los barrancos de Las Palmas de Gran Canaria se desviaran intencionadamente o, en el peor de los casos, se eliminaran con asfalto. El equipo de investigación de Geografía Física y Medio Ambiente de la ULPGC advierte que ésta es la causa fundamental de las últimas inundaciones en la ciudad, un fenómeno que aún puede resultar alarmante si las nuevas construcciones no contienen un previo estudio de riesgo. |