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Nº32
Mayo 2006
El BAZAR DE LOS ANUNCIOS
Opinamos sobre
LA TITULACIÓN DE ARQUITECTURA Y EL SISTEMA EUROPEO DE EDUCACIÓN

Flora Pescador Monagas, Directora de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura

Asistimos en la actualidad a la organización del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) con la definición de un nuevo catálogo de titulaciones y el desarrollo de las directrices generales para cada titulación. Además de lo anterior, la convergencia europea requiere cambios especialmente en lo relativo a la introducción del crédito europeo (ECTS) y la puesta a punto de sistemas innovadores de enseñanza y aprendizaje basados en objetivos, capacidades, conocimientos y destrezas.

Es necesario señalar que la titulación de Arquitectura ya está regulada a nivel europeo por la directiva (85/384/CEE) del Consejo de las Comunidades Europeas por ello la adaptación al EEES de la titulación no plantea tanto una armonización drástica, en cierta manera ya alcanzada en Europa con la regulación de conocimientos y capacidades, como la de establecer criterios comunes en relación con la valoración y puesta en marcha del sistema ECTS en sus contenidos y métodos, la regulación de los procedimientos de habilitación profesional y las modalidades de duración establecidas en la directiva.

Parte de la filosofía de Bolonia se dirige hacía el desarrollo del pensamiento crítico y la mejora en la aplicación de los conocimientos a la práctica a través de la resolución de problemas. La titulación de Arquitectura ha tenido tradicionalmente un desarrollo curricular muy dirigido a la práctica, dando especial importancia al desarrollo de proyectos de carácter individual o de grupo por ser consustancial con la actividad profesional del arquitecto. Este es un sistema muy experimentado que ha funcionado con mayor o menor fortuna a lo largo de los años y que ha demostrado su valía en la formación del arquitecto y que, sin entrar a cuestionarlo debido a su vigencia, en la actualidad podría ser mejorado a partir de la puesta a punto de sistemas pedagógicos que optimicen el seguimiento y tutoría de los proyectos, la inclusión de sistemas de evaluación continua y multicriterio, una mayor adecuación a la posterior práctica profesional, la investigación de formas renovadas de aprendizaje y los recursos necesarios para lograrlo. Pero estos cambios y mejoras deben llevar aparejado una estructura de plantillas docentes adecuadas a las ratios de grupos máximos en teoría y prácticas y un mayor reconocimiento y valoración de la actividad docente. Paralelamente estas reformas deberán acometerse previendo un aumento de las infraestructuras y disponibilidades del equipamiento de aulas y de los laboratorios con la ayuda de personal de administración y servicios con perfiles definidos en el apoyo a la docencia y a las prácticas de laboratorio.

Otro de los objetivos a alcanzar estaría en acercar la duración real de los estudios a la nominal de las directrices y planes. Para ello será necesario entrar a valorar con mayor profundidad los contenidos formativos estrictamente necesarios, redimensionado los grupos y las tareas además de establecer mecanismos más precisos para una efectiva y pormenorizada valoración del desarrollo del Proyecto Final de Carrera y considerar la posibilidad de valorar las prácticas profesionales del alumnado como parte activa de su formación. En este esfuerzo de mayor eficacia en la duración real de los estudios no se excluye la cada vez más necesaria posibilidad de establecer una correlación en la formación curricular artístico-técnica específica de los futuros alumnos en la fase previa de secundaria.

El carácter generalista de la enseñanza de la Arquitectura también incluye el mantenimiento y mejora de enseñanzas y titulaciones de postgrado que complementen la formación y acrediten competencias profesionales en campos de demanda social reconocida. Estas titulaciones surgirán probablemente de la transformación de los actuales master y cursos de tercer ciclo aunque no se puede excluir la aparición de nuevas titulaciones vinculadas a la disciplina.

Ante estas expectativas de cambios y las dudas que provoca, esperamos que muchas de ellas se disipen en unos casos simplemente afrontando con decisión los cambios desde dentro, aunque también habría que añadir que no serán posibles sin la colaboración de las distintas administraciones implicadas, ya que es en definitiva la calidad de la Universidad lo que está en juego.

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