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Nº32
Mayo 2006
El BAZAR DE LOS ANUNCIOS
Opinamos sobre
EL ESPACIO EUROPEO DE EDUCACIÓN SUPERIOR

Juan Cabrera Cabrera, Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud

La unidad de Europa ha sido un largo sueño que ya acariciaba el emperador Carlomagno a finales del siglo VIII. Este mismo anhelo alimentó el ambicioso espíritu imperialista de otros gobernantes europeos como Napoléon y Hitler, que erróneamente escogieron las armas y la dominación a “sangre y fuego” como herramientas para la unificación de la gran Europa.

Hemos tenido que sufrir dramáticos conflictos bélicos entre los pueblos de Europa para que los europeos nos diésemos cuenta de que el camino hacia la unidad no podía ser la dominación militar, sino que debía estar basado en pactos económicos que aporten ventajas para todos. Fue Jean Monnet, presidente de la Comunidad del Carbón y del Acero (CECA), quien a principios de 1950 impulsó la idea de una Europa unida por intereses económicos.

Pocos años mas tarde la CECA decidió crear instituciones comunes que facilitaran la creación de un mercado único tendente a la fusión de las economías nacionales y la armonización de las políticas sociales en nuestro continente. El nuevo tratado de la Unión Europea, firmado en 1992, sentó las bases para crear una comunidad europea con un contenido no solo económico, sino que, además, se dan los primeros pasos para crear una “ciudadanía europea” con una política social común. La creación de una moneda común europea ha sido la muestra más fehaciente de la decidida voluntad de unión de los pueblos de Europa.

La Unión Europea recientemente ampliada, tiene 455 millones de habitantes y genera casi el 30% de la riqueza mundial, es por tanto, el paradigma de la integración política, económica y comercial mas importante que se ha producido en el planeta. El reto frente a otras economías es que la nuestra no solo sea competitiva, sino que se desarrolle dentro de parámetros de crecimiento sostenible y en el marco de una fuerte cohesión social. El elemento fundamental para hacer crecer este modelo económico es, sin lugar a dudas, el conocimiento. En este sentido, la estrategia establecida en la reunión de Lisboa consiste en apoyar la investigación científica y la educación basada en la formación permanente, las nuevas tecnologías de la información y comunicación deben constituir el hilo conductor principal para facilitar la difusión del conocimiento. Se propone, la implantación de una red Europea de alta velocidad para las comunicaciones científicas por vía electrónica, que enlace los centros de investigación, las bibliotecas, las universidades y centros escolares. Por otra parte, es preciso estimular a los investigadores para que permanezcan en centros de investigación Europeos cambiando el sentido del flujo de salida actual de nuestros investigadores hacia otros países buscando mejores condiciones de trabajo.

La UE reconoce la importancia de la educación y de la formación a lo largo de toda la vida, así como, la necesidad de aprender varias lenguas extranjeras que reduzcan las limitaciones de la movilidad estudiantes, profesores e investigadores. Actualmente, todos los sistemas educativos de la UE trabajan para definir el denominado Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) , tal como se recoge en las recomendaciones de la Declaración de Bolonia de 1999. El objetivo es que en 2010 exista una movilidad “sin trabas” de alumnos, docentes e investigadores, además de reconocimiento “real” de las titulaciones en el amplio espacio en Europa. Este es un importante desafío para nuestra Universidad del que debemos salir airosos.

Las dificultades son innegables, debemos tener presente que todo cambio genera resistencias que solo pueden soslayarse ofreciendo ventajas. Las ventajas para los alumnos son más que evidentes, se rompe con el tradicional modelo memorístico conceptual como única forma de aprendizaje y evaluación para introducir un modelo de autoaprendizaje y de capacitar al alumno para resolver problemas. A pesar de ello, hemos de vencer las resistencias de los alumnos a abandonar “la seguridad” del sistema de aprendizaje unidireccional profesor –alumno y el ejercicio exclusivo de la memorización de conceptos sin capacidad de relacionarlos. También los profesores deberemos aprender nuevas metodologías basadas en la discusión tutelada y participativa dirigida a trasmitir las claves conceptuales y las habilidades necesarias para resolver problemas. Cierto es que estos cambios no deben limitarse a la enseñanza universitaria, este estilo de enseñanza y hábito de argumentar debe iniciarse en las enseñanzas pre-universitarias, lo mismo que el conocimiento de una segunda lengua de la comunidad. Este puede ser el “talón de Aquiles” del proceso de convergencia, que se tiende a centrar, exclusivamente, en la enseñanza universitaria cuando el proceso de cambio de estar perfectamente cimentado en una enseñanza pre-universitaria de calidad. Hoy, es habitual oír las quejas de los profesores de nuestros Institutos de Enseñanza Media por sentirse incapaces de realizar su función docente por la carecer de soluciones para reconducir los efectos del reducido grupo de alumnos inadaptados o con problemas familiares que entorpece el normal desarrollo de la enseñanza de la mayoría. Por último, me gustaría ver mas comprometidos a nuestros representantes políticos más cercanos con este cambio de modelo formativo, de cuya calidad nos pedirán cuenta las instituciones Europeas.

El 2010 está a la vuelta de la esquina y se debe poner en marcha una estrategia inteligente para acometer los cambios profundos que la enseñanza necesita. Estos cambios conllevan un alto coste económico, sin embargo, su precio será infinitamente inferior que el coste que supondrá quedarnos fuera del progreso alcanzado por la comunidad de naciones más avanzada del mundo.

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